El 18 de enero de 2019 quedó grabado en la memoria de Tlahuelilpan como el día que marcó sus vidas de manera irremediable. Aquel fatídico día, un ducto explotó en el poblado de San Primitivo, derivado de la instalación de una toma clandestina. Los habitantes de la zona temieron por sus vidas y las de sus familias ante las llamas que se levantaban en el campo.

A cinco años de distancia, los vecinos del barrio aún lamentan las pérdidas humanas y consideran que la tragedia pudo haberse evitado. San Primitivo, Tlahuelilpan, se encuentra rodeado por ductos de Pemex, y las fugas en tomas clandestinas eran eventos recurrentes en la zona. Antes del fatídico 18 de enero, la policía municipal solía controlar las situaciones, impidiendo el acceso de personas mientras se reparaban las fugas.

Sin embargo, ese día fue diferente. En la calle Juandhó, la principal del barrio, las noticias sobre un ducto abierto y la presencia de gasolina gratuita se difundieron rápidamente.

El lugar se llenó de actividad, con personas llegando en bicicletas, motocicletas, autos y camionetas para recolectar hidrocarburo. A pesar de la gravedad de la situación, la presencia de la Guardia Nacional, el Ejército y las fuerzas estatales no impidió que la gente se acercara, ni logró que se se alejaran del área de peligro.

Este aniversario de la tragedia de Tlaluelilpan revive el dolor y la indignación de la comunidad de San Primitivo. A pesar de los años transcurridos, persiste la sensación de que la pérdida de vidas humanas pudo haberse evitado con una respuesta más rápida y eficaz por parte de las autoridades. La falta de acción en aquel momento crítico ha dejado una marca imborrable en la memoria de los habitantes de este barrio, quienes exigen justicia y medidas preventivas para evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir en el futuro.