En un panorama donde el mundo aún se recupera de los estragos causados por la COVID-19, expertos de la Universidad de East Anglia, en el Reino Unido, advierten sobre una nueva amenaza pandémica que se cierne sobre la humanidad: la gripe aviar, específicamente el virus H5N1. Este virus, conocido por afectar principalmente a las aves, muestra signos preocupantes de un potencial salto a los humanos, encendiendo las alarmas de la comunidad científica internacional.

La doctora Diana Bell, destacada especialista en la materia, ha sido enfática al señalar que la próxima emergencia sanitaria no vendrá de un patógeno desconocido, sino de uno que ha convivido con nosotros durante años, causando estragos en poblaciones de aves y otros mamíferos. «Estamos en medio de una pandemia; simplemente no ha afectado a los humanos en el mismo grado que a otras especies», declara Bell en una reciente entrevista con el Daily Star. La situación actual, marcada por la muerte de millones de aves y un número indeterminado de mamíferos debido a la cepa H5N1, refleja un panorama sombrío.

Este virus, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un agente altamente patógeno capaz de causar enfermedades severas y altas tasas de mortalidad en aves. Sin embargo, lo más alarmante es su capacidad para infectar a humanos, presentando síntomas que van desde una simple infección respiratoria hasta condiciones críticas como neumonía grave, síndrome de dificultad respiratoria aguda, shock y muerte.

El H5N1, aunque conocido desde hace años, ha registrado un aumento en su capacidad de transmisión entre especies, lo que ha llevado a la especialista Bell a afirmar que «ni siquiera el océano es seguro», evidenciando la alta capacidad de dispersión del virus. La preocupación radica en su potencial evolución hacia una forma que facilite una transmisión más eficaz entre humanos, lo que podría desencadenar una pandemia de consecuencias devastadoras.

Frente a este escenario, la comunidad científica urge a la adopción de medidas preventivas y a una vigilancia epidemiológica intensiva para contener posibles brotes. La experiencia reciente con la COVID-19 ha demostrado la importancia de la preparación y respuesta rápida ante amenazas de enfermedades infecciosas emergentes.

La posibilidad de una nueva pandemia pone de relieve la interconexión entre la salud humana y animal, y la necesidad de enfoques integrados de «Una sola salud» para abordar estas amenazas.